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San Eduardo el Confesor (1005-1066)Fecha de onomástica: 13 de Octubre
Eduardo el Confesor fue rey de Inglaterra entre 1045 y 1066. Fue canonizado como recompensa a su apoyo a la Iglesia Católica durante su reinado.
Cuando nació, Inglaterra estaba subordinada a los reyes de Dinamarca y solía ser saqueada por los vikingos, y finalmente fue invadida. San Eduardo partió al exilio en Normandía, donde pasaría los siguientes 27 años de su vida, educándose ajeno a las influencias anglosajonas, abrazando el cristianismo y haciéndose un hombre temeroso de Dios. Su madre enviudó y regresó a Inglaterra, donde se casó de nuevo y tuvo dos hijos, uno de los cuales se convirtió en rey. San Eduardo no lo aceptó y abandonó Normandía para luchar por el trono. Tras un período largo de guerra, pudo hacerse con el trono.
Eliminó a cuantos rivales querían hacerse con su poder y a los conspiradores, algunos de los cuales se confesaron como tales bajo tormentos ideados y supervisados por el propio San Eduardo -por ello se le apodó el confesor-, lo que le permitió reinar con relativa paz. Combatió, venció y sometió a los últimos reinos galeses independientes, lo que contribuyó a forjar el país que hoy aún permanece unido.
A pesar de casarse no tuvo hijos por el voto de castidad que había hecho en su juventud y, aunque algunos de sus bastardos reclamarían su derecho al trono a su muerte, tras esta hubo otro breve período de inestabilidad. Murió en el palacio de Westminster, el 5 de enero de 1066, antes de poder consagrar la Abadía de Westminster que él mismo había mandado construir.
Los primeros impulsos en pro de su canonización de Eduardo el Confesor se tomaron bajo el reinado de Enrique II de Inglaterra, cuando se le adjudicaron maravillosos milagros, entre ellos sanaciones mediante imposición de manos. Su Santidad el Papa Alejandro III, abrumado por tantas pruebas de santidad, le canonizó en 1161.
¿Quién debe encomendarse a San Eduardo?: este santo es adecuado para matrimonios con problemas, para esposas abandonadas y para estudiantes con apuros en las físicas y la música.
¿Cómo encomendarse a San Eduardo?: recomendamos recogerse en un momento de intimidad y recitar:
Amado San Eduardo el Confesor.
Libérame del peligro y daño del prójimo
De todo animal rabioso y venenoso, de maleficios y hechizos.
Librame de mis enemigos del modo que tu bien sabes hacer.
Te ruego Santo mío intersección y acción gloriosa. Amén
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